Despídete de todo, si puedes descálzate y siente la arena bajo tus pies. Deja las cosas de la playa en la playa. ¿Cómo vas a llevarte toda esa arena en los bolsillos?
Agradecido por esta nueva experiencia, consciente de haber puesto lo mejor de ti, tu presencia, para proteger a la píllara. Suelta esta realidad para que quede en la playa y no te acompañe a casa.
Puedes conectar un momento con tu cuerpo y ver que necesitas: un baño fresco, algún estiramiento, comer, beber, descansar los ojos a la sombra, charlar.
Date el regalo de conectar contigo, pues desde ahí comienza todo.
Descansa de cuerpo y mente, pues necesitarás toda tu energía la próxima vez que llegues a la playa.